LA CONFEDERACIÓN SURAMERICANA
Un horizonte entre oleadas
Este año de transición, entre lo más crudo de la pandemia y nuevos horizontes, empezaron a retornar ideas definitorias, que piensan la estructura y el diseño mismo de nuestros países, frente a la necesidad de salir de los empates hegemónicos y las impotencias. Por ejemplo, en Chile se discute una nueva Constitución, Lula propuso, días después de su presencia en Plaza de Mayo, retomar el Banco del Sur como instrumento financiero alternativo a los organismo internacionales; Esteban Bullrich y el Pro propusieron dividir la provincia de Buenos Aires en cinco distritos, en un claro ejemplo de gerrymandering para debilitar el bastión peronista; y Alberto Fernández retomó la idea de trasladar la capital al norte, apoyada vía twitter por Grabois.
Las coyunturas son cambiantes, en particular en la etapa de empate hegemónico que se abrió desde 2015. Chile, Brasil o incluso Colombia podrían desequilibrar la situación en favor de los gobiernos nuestroamericanos gracias al triunfo de Boric y los potenciales triunfos de Lula o Petro. Las definiciones de diseño tienen vida corta si se plantean únicamente desde el punto de vista de la coyuntura. Pero existen platónicamente si se las plantea por fuera de ellas. Más aún, sin un sujeto o una serie de sujetos que lo lleven adelante, lo hagan cuerpo y lucha, cualquier planteo no queda sino en el papel. Los planteos que hemos de hacer tienen por deseo hacerse cuerpo y lucha en los gobiernos, los movimientos sociales, los partidos políticos, las comunidades indígenas campesinas, los sindicatos, las pymes, las universidades y demás instituciones del campo nuestroamericano a lo largo y ancho de la América del Sur. Que se den en las próximas décadas depende de nosotres. La integración suramericana es el escudo con que se defienden las conquistas sociales adquiridas en el marco de cada Estado. La primera oleada progresista lo demostró positivamente, y la contra-oleada reaccionaria lo probó negativamente. Reconstruir las instancias de integración es vital en una eventual segunda ola consolidada. Pero la experiencia 2015-2022 nos demuestra que existieron limitaciones y debilidades. El vaso era rompible por la piedra, por usar una metáfora de García Linera. Es imperioso entonces descubrir esas debilidades y elaborar mecanismos que retengan cuotas de poder real para consolidar el orden que pretenden constituir.
Tales mecanismos deben tender a evolucionar, con el tiempo, hacia una Confederación, una entidad supra nacional a la cual los Estados le releguen facultades políticas y económicas. Pero además esta Confederación debe fundarse en un orden material, de la cual ser garante y por la cual ser garantido. Las siguientes páginas son un parcial intento de esbozar ideas y proyectos para esta Confederación, desde el punto de vista de todos sus miembros, haciéndose eco de problemáticas a la vez particulares y compartidas.